27 ene 2011

La batalla de la usura, por Jeremy Rifkin

Hace más de medio milenio tuvo lugar un gran debate cuando la Iglesia católica y la naciente clase mercantil y bancaria chocaron por el problema de la usura. La Iglesia defendía el "precio justo" entre vendedores y compradores y sostenía que mercaderes y banqueros no podían sacar provecho del tiempo cargando unos intereses usurarios porque el tiempo no era suyo y, por lo tanto, no podían hacer negocio con él. Dios dispensa libremente el tiempo y sólo Él puede dar y tomar. Al cargar intereses, decía Thomas Chobham, el erudito medieval, "el usurero no le vende al prestatario nada que sea suyo. Vende sólo el tiempo, que pertenece a Dios. No puede, pues, sacar un beneficio de vender la propiedad de otro". Los mercaderes no estuvieron de acuerdo y arguyeron que el tiempo es dinero y que cargar intereses al tiempo era la única forma de garantizar sus inversiones en el mercado. La Iglesia perdió la batalla de la usura y el cobro de intereses, y su derrota aceleró la carrera hacia el capitalismo de mercado y la era moderna.

Jeremy Rifkin, El siglo de la biotecnología. El comercio genético y el nacimiento de un mundo feliz (1998). Barcelona, Ed. Crítica- Marcombo. Trad. de Juan Pedro Campos.

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