19 mar 2012

Más sobre el peripatetismo


Y de repente otro texto que habla del andar y el desplazarse como formas de conocimiento y de reflexión. Este lo he sacado de El Pais y es de Antonio Fraguas.

Una vuelta a las andadas

El acto de desplazarse caminando resurge en el debate de la modernidad. Es una forma subversiva y reflexiva de estar en el mundo
 
Madrid, 18 de marzo de 2012
'Paseo por Kent' (2010), uno de los multitudinarios alardes del andar que consituyen las obras de Hamish Fulton / TURNER CONTEMPORARY

Andar es un acto aparentemente inútil e improductivo, en términos mercantilistas. No genera gasto ni consumo y da pie, nunca mejor dicho, al pensamiento y a cierta forma de resistencia. "Creo que no podría mantener la salud ni el ánimo sin dedicar al menos cuatro horas diarias, y habitualmente más, a deambular por bosques, colinas y praderas", decía Henry David Thoreau, abanderado de la desobediencia civil, en su obrita Caminar, un opúsculo de gran éxito en su época (siglo XIX) y que Árdora decidió reeditar hace meses. Es solo uno de los síntomas que indican que algo tan natural como andar está volviendo al debate cultural.
Más allá de imperativos cardiovasculares, caminar se revela como un acto de reflexión y de subversión en un mundo saturado de consumo y dióxido de carbono. "Da la impresión de que algunos de los aspectos literarios y espirituales del caminar están en proceso de recuperación, después de años sin haberlos mencionado", señala José Antonio Millán, escritor, editor y lingüista. Millán escribió en 1994 el artículo Caminante en un paisaje inmenso en un número monográfico de la revista Archipiélago.
El jueves pasado comenzaron los paseos con artistas en el AV Festival de Newcastle, una cita internacional de arte, tecnología, música y cine. Las caminatas compartidas entre el público y los creadores culminarán el día 31 con una slowalk (marcha lenta) a gran escala, una de las singulares obras de arte de Hamish Fulton.
En abril, Alberto Ruiz de Samaniego, Profesor de Estética y Teoría de las Artes de la Universidad de Vigo, hablará en el Círculo de Bellas Artes de Madrid sobre Hombres que marchan. En torno a G. Perec. El próximo septiembre, en México, se celebrará la conferencia Walk 21, un movimiento internacional que busca potenciar el desarrollo de comunidades eficientes y saludables en las que "la gente elige andar". "Caminar significaría volver a plantearse movimientos en direcciones diferentes, locas, imprevisibles, pequeñas, volver a salvar obstáculos y al cansancio real, a las detenciones y los descansos, las emociones y el dinamismo que transitan y fatigan un cuerpo, un campo, una calle o un paisaje", apunta Ruiz de Samaniego.
El AV Festival de Newcastle ha empezado con los 'paseos con artistas'
La nómina de pensadores y escritores andariegos es abultada. "Robert Walser, gran caminante, estaba convencido, como Nietzsche, de que sin los paseos 'no podría escribir media letra más ni producir el más leve poema", recuerda Samaniego, quien en su conferencia intentará "establecer una especie de mapa o de árbol genealógico de esa práctica del caminar urbano en medio de la multitud y el asfalto que ha marcado a la modernidad desde Poe o Thomas De Quincey a Baudelaire y Benjamin, y que culmina, en el caso de Perec, con su novela y filme Un hombre que duerme".
Otro síntoma: estos días llega a las librerías El caminante de Hermann Hesse (editorial Caro Raggio). Cargado con acuarelas, el autor de Demian emplea sus rutas a pie por la Suiza italiana para reformular su individualismo emancipador. "La vida de cada hombre es un camino hacia sí mismo", reflexiona.
"Puede que muchos de los pensadores de la Antigüedad, no sólo los peripatéticos practicasen esta experiencia del pensar caminando. Es sabido que Sócrates deambulaba sin pausa por la ciudad, igual que, en la Academia de Platón y de Aristóteles, las sesiones se impartían caminando por los jardines", recuerda Ruiz de Samaniego. "Esa era la función de los claustros", indica Millán.
En tiempos de crisis (y no solo económica), andar es un acto doblemente subversivo. "Lo es claramente. Y además tiene un aspecto reivindicativo. Frente a las ciudades ocupadas por los coches y frente a la prepotencia de motoristas y ciclistas, que suelen ir por todas partes, hay que decir que los peatones estábamos primero", señala Millán.
En la primera línea de este combate que se libra paso a paso, están asociaciones como A Pie, de Madrid, y Cataluña Camina, de Barcelona. Sus reivindicaciones, La Carta de los Derechos del Peatón (de la Unión Europea ) y la Carta Internacional del Caminar (promovida por Walk21)

Bohigas: ciudad i cultura

Copio de El Pais la entrevista que Anatxu Zabalbeascoa le hizo el 16 de marzo de 2012 al maestro Bohigas. A sus 86 años mantiene intacta su lucidez y su espiritu moderno y radical. Después de la muerte de Manuel de Solá-Morales es uno de los pocos grandes que nos quedan, de los que mejor entendieron que la ciudad es el primer escenario de la cultura.




Es un testigo excepcional del siglo XX en Barcelona. Asocia su nombre a las plazas duras que cambiaron esa ciudad. Tras 60 años de profesión, asegura que le habría gustado estudiar más y actuar menos. Pero sigue yendo a trabajar temprano por la mañana. Sonríe más que nunca. Su gesto no ha perdido decisión, pero ha ganado en reposo. En la biblioteca de su estudio, en la plaza Real de Barcelona, la noticia de la muerte de su amigo Antoni Tàpies ha sido recortada de varios periódicos y, sobre la mesa, espera lectura. “En 60 años, la profesión de arquitecto ha cambiado dramáticamente. La gente encarga sus casas a constructores y a decoradores que resuelven los problemas con mentalidad antiuniversitaria, simplemente accediendo a todo lo que les pide el cliente. Pero también los médicos atraviesan un tiempo difícil…”.
¿Pinta mal? Mal o muy bien… para una revolución.
Que es lo que le gusta a usted… Claro.
Su aportación como concejal de cultura en el Ayuntamiento de Barcelona fue un informe pesimista sobre el futuro de la cultura. En 1990 había crisis de presupuesto e incapacidad para intervenir. Los que no éramos del partido recibíamos las rutas ya marcadas. Me salvó un poco ese estudio. Traté de analizar qué era lo mínimo que se necesitaba. En mi informe había previstas cuatro bibliotecas, hoy hay más de 30.
Cuando fue concejal de urbanismo, ¿le pasó lo mismo, se encontró las rutas ya marcadas? No. Eso sucedió en los ochenta, y en una década la política cambió muchísimo. En urbanismo sí pude aportar. El alcalde Narcís Serra se planteó una ciudad más pública, más de todos, y Pasqual Maragall lo continuó. Pero luego fue a peor. El conocimiento de los profesionales se despreciaba frente a la pertenencia al partido. El bastón de mando pasó de los técnicos politizados a los políticos partidistas. Se perdió una buena parte de la eficacia de la intervención de los profesionales en la Administración. Hoy los partidos políticos han tomado todo el poder y la intervención de la sociedad ha quedado anulada. En todos los partidos. Y no solo en Cataluña.

Luchar por los espacios públicos
Hijo único de un historiador autodidacto y de una burguesa apasionada por la música, Oriol Bohigas (Barcelona, 1925) vio cómo su padre custodiaba en Olot fondos de los museos de Barcelona durante la Guerra Civil y quiso ser historiador. Pero estudió arquitectura siguiendo a su amigo Josep Martorell, con quien formaría el estudio MBM.
Fundador de la primera asociación de diseño industrial de España, ADI FAD, en 1960, y de Edicions 62, participó en el encierro en Montserrat como protesta por el proceso de Burgos. Ese mismo año, 1970, perdió la plaza de catedrático por negarse a firmar los principios del Movimiento. Consejero urbanístico de Pasqual Maragall, en 1986 recibió el encargo de diseñar la Villa Olímpica de Barcelona. Su mayor trabajo como urbanista ha sido la lucha por recuperar espacios públicos.
De su época como concejal de urbanismo han pasado a la historia las famosas plazas duras. ¿Volvería a hacerlas? Las haría de nuevo. Pero las explicaría mejor. No se puede hacer una clasificación genérica. La plaza de Sants, que inició la protesta, está hecha por los ingenieros del ferrocarril y cubre vías de tren. No puede ser un jardín. Proponía convertir un espacio deshumanizado en un lugar de reunión y juego con elementos artificiales: pavimento, agua… Hoy está destrozada. Hemos tenido algunos ayuntamientos socialistas que han parecido dedicarse a destrozar lo que habían hecho sus colegas de partido. La situación de esa Plaça dels Països Catalans es bochornosa. Delata falta de conciencia y de dignidad urbana y política.
¿Ese destrozo es una constante en el urbanismo de Barcelona? Tras celebrar la recuperación de la fachada marítima, hoy se ha perdido de nuevo. Falta autoridad. El mando se puede explicar, consensuar incluso, pero no compartir. Cuando no hay un autor de las decisiones no hay tampoco un responsable. En la época de Narcís Serra, las grandes empresas promotoras y constructoras todavía no habían invadido la ciudad. Barcelona ha sido la ciudad más socialista de España porque ha sido gobernada durante años con proyectos de utilización ordenada del suelo público. Pero en los últimos tiempos ha habido muchos ejemplos de uso privativo frente al mar. Soy muy pesimista con el futuro de Europa y muy especialmente de España. Lo veo muy negro.
¿No ha visto nada así en toda su vida? Hoy comentar la política es difícil porque han decidido que nadie entendamos lo que pasa en la situación económica. Con la economización de la política ya no podemos hablar de política. ¿Quiénes son hoy los mercados? La política se ha hecho economía y ha desaparecido la democracia. Se puede ser demócrata y escuchar la opinión de todo el mundo en términos políticos y de vida cotidiana. Ahora, ser demócrata para saber qué hay que hacer con el déficit fiscal me parece imposible. Como me parece imposible ser demócrata en el programa de compra de cuadros para un museo. La economía de hoy se basa en la ignorancia premeditada del resto para mantener el privilegio de seguir equivocándose y no pagar los platos rotos.
Defiende la necesidad de autoría en las decisiones urbanísticas y, sin embargo, ha sido muy crítico con las provocaciones arquitectónicas. La extravagancia arquitectónica se ha dado en una época de carencia de autoridad arquitectónica. La autoridad es responsabilidad.
Es de los pocos que defienden un turismo de alpargata para su ciudad. Una ciudad equilibradamente turística es positiva. No solo por razones económicas, también porque una ciudad que merece ser visitada está mejor que la que no lo merece. Cuando escucho que la gente reclama un turismo de gran capacidad económica pienso que yo prefiero el de pocas posibilidades, que pueda venir cualquiera. Los progresistas y la gente deizquierdas de la ciudad se quejan. ¿Cómo puede un progresista convencido decir que el turismo está bien pero a condición de que sea rico? Es el colmo.
Se mitifica lo antiguo. Es una suerte vivir con las calles asfaltadas"
Igual no critican tanto que sea rico como que sea cívico o que la ciudad no expulse a sus habitantes para hacer más espacio para los hoteles. ¿Queremos ser una ciudad como Montecarlo?
¿Cada cuánto debe cambiar una ciudad? Su propio hijo Josep, que también es arquitecto, criticó el modelo Barcelona en un sonado artículo: ‘Cobi, vete ya’. Modelo es una palabra peligrosa. Lo que se hizo en Barcelona fue un modelo de método urbanístico: creer en el espacio público y eso sigue vigente y yo lo defendería. Si habla del modelo Barcelona como expansión con los Juegos Olímpicos –o luego otros inventos tipo el Forum–, ya me parece un poco exagerado. Se pueden idear proyectos urbanos sin la angustia de una ciudad temática o sin la pérdida de calidades de una ciudad con tradición propia.
Durante su vida, ¿qué ha perdido y qué ha ganado Barcelona? Ha ganado infinito. Como la Costa Brava. Hace años se hizo una exposición de fotografías del Cadaqués bueno, el de los años veinte. Me quedé asustado. Pensé: qué desgraciados eran al vivir en este lugar tan sucio, tan asqueroso y feo, y qué suerte tenemos ahora de vivir en un lugar con las calles asfaltadas y las casas acondicionadas. Se mitifica lo antiguo.
¿Usted no mitifica la ciudad de su infancia? Todo lo contrario. Mi Barcelona, hasta incluso después de casado, fue el Ensanche. Y allí las aceras no estaban pavimentadas. Había un metro de piedra junto a la puerta y el resto era barro. Era horroroso.
¿De evitar ese barro nacieron las plazas duras? Podría ser. Civilizar es pavimentar.
Eso da miedo… ¿No juega a las canicas con sus nietos en el parque? No voy, la verdad. Tampoco creo que les guste… Bueno, no sé. Los mayores tienen más de 18 años.
¿Cuántos tiene? Ocho. La mayor, de 24, y el menor, de cuatro.
Solo tiene un hijo arquitecto y nunca ha trabajado con usted. No ha querido.
Su segunda mujer tampoco. Sistemáticamente, no. Mi familia profesional son Martorell y Mackey y los sucesivos socios. Cuando empecé a ir con Bet, cada uno tenía su despacho. Tanto ella como mi hijo siempre han querido ser autónomos. Mi hijo hizo un esfuerzo importante. La tendencia de los hijos a trabajar con los padres genera un cierto tipo de relación y de arquitectura.
¿La voz propia solo se encuentra contra el padre? O en solitario. La libertad es cara, pero gratifica. Yo hubiera preferido tener a mi hijo por aquí. Como arquitecto me gusta mucho, ideológicamente estamos muy de acuerdo, pero… La libertad es cara.
Tiene cinco hijos. Se separó de su madre, pero los han criado juntos. ¿Cómo lo ha hecho? Pertenezco a una generación voluntariamente progre que dejó a los hijos muy sueltos. Nuestra apuesta era mucha libertad y mucha responsabilidad. Al final he tenido suerte. Son todos gente muy normal. Con cinco, lo lógico era que fallara alguno. Y no. Unos son mejores que otros, más cariñosos o más inteligentes, pero no me ha tocado nada malo. Yo soy hijo de la marca pedagógica del Instituto Escuela: absoluta libertad y absoluta exigencia de responsabilidad. No creo que sea tan trascendental la educación de los hijos. Al final acaban siendo como quieren. Lo más trascendental es el ejemplo. Lo decía Eugenio d’Ors. El prototipo de intelectual en Cataluña era hijo de médico porque estos, por su profesión, tenían muchos libros. No hay inteligencia superior alejada de los libros.
La gran arquitectura es la que interviene en el futuro de una nación"
Su padre era historiador. Trabajaba sobre todo en temas de historia de Barcelona. Tenía posibilidades, pero murió muy joven. Yo tenía 21 años y estaba estudiando arquitectura.
¿Qué valores vividos en su infancia ha trasladado a sus hijos? ¿Hay alguno que permanezca por encima de las generaciones? [Ríe]. Una de las cosas que más me gustan es que ninguno está casado.
Pero usted sí se casó. La primera vez sí. Pero ellos no quieren.
¿Y su madre qué opina? Es una mujer fantástica y civilizada. Ha comprendido todos los problemas y lo ha asimilado todo. Estamos de acuerdo en una educación a partir de la lucha contra la religión.
¿Ha sido mejor arquitecto o padre? Mis hijos dicen que arquitecto. A veces se quejan de que en la vida desordenada que llevábamos en los sesenta les tuvimos un poco olvidados. Supongo que entre viajes y trabajos… Un profesional con un poco de ganas de hacer se tiene que desprender bastante a menudo de la familia porque no le caben tantas cosas. Pero creo que hoy todo forma parte de su educación. Yo diría que hoy la juventud está educada en una situación de excesiva preponderancia y falta de sacrificio. Empezando porque la gente ya no aprende los modos de comportarse en lamesa o de abrir y cerrar una puerta, y acabando por la estructura mental. Hay una generación mimada en exceso.
Usted siempre ha defendido el cambio y por otro lado es muy protocolario. Le gustan las formas. Es una condición de lo que en Cataluña llamamos noucentisme, un mundo de catalanismo civilizado. Gente que quiere orden, pero libertad. Que entiende la educación como base para una igualdad general.
De conectar la arquitectura catalana con Europa pasó a fundar Edicions 62, a presidir la Fundación Miró, a ser concejal de urbanismo, luego de cultura… Toda una ajetreada vida pública y profesional. ¿Tiene la sensación de haber podido con todo? Casi con todo. Tal vez con menos dedicaciones hubiera podido tener actuaciones más eficaces.
¿Lo piensa de verdad? La cantidad hace pagar un precio. Dejé la dirección de la Escuela de Arquitectura un año antes de lo que me tocaba porque me llamaron del Ayuntamiento para que me hiciera cargo de la concejalía de urbanismo. A veces he pensado que con un año más hubiera podido acabar más cosas. Pero… de casi todo he dimitido antes de acabar para empezar otra cosa o enfadado.
Si volviera a empezar, ¿dedicaría más tiempo al estudio y menos al trabajo? Sí.
¿Qué hace entonces cada mañana en su despacho? ¿Estudia? Ya no hay tiempo de eso. Pero tengo el anhelo. Estoy escribiendo un libro de memorias y el otro día pensé que lo que realmente me gustaría es volver a hacer el bachillerato.
De la misma manera que buscó la pluralidad en la Villa Olímpica, se criticó la limpieza que hizo en el Raval, un barrio del corazón histórico barcelonés rehecho con tiralíneas. Es que yo soy partidario de la destrucción de los barrios viejos.
Cualquier día le tiran su casa en la plaza Real… Le convendría un poco de destrucción. Exagero, pero creo que el amor por lo antiguo es una posición reaccionaria. No es que a la gente le guste mucho la ciudad antigua, es que odian lo moderno. Porque no están acostumbrados. En verdad, si profundizas, prefieren lo moderno a lo antiguo. Pero la defensa de lo antiguo es una posición típica de las clases acomodadas. Hay momentos en que te asusta que gente que presume de progresista no defienda el derecho a tener un cuarto de baño para que las calles no cambien sus fachadas de piedra.
A veces los cascos antiguos ofrecen rincones que la ciudad hecha con tiralíneas destroza. Usted, como residente, lo sabrá bien. Sí. Pero muchas veces el tiralíneas lleva vida. Yo soy un entusiasta de la Via Laietana de Barcelona o de la Gran Vía de Madrid. ¿Se imagina las ciudades hoy sin esas calles? No hay que tener miedo a intervenir. Una ciudad tiene que servir. Todo el mundo quiere un baño y tiene derecho a tenerlo. Lo peor es que el que protesta contra lo moderno muchas veces tiene razón. Porque lo moderno rara vez está a la altura por incapacidad o por inmoralidad de los arquitectos. Tampoco es tan difícil hacer una cosa discreta en una ciudad antigua.
¿Hay mucha inmoralidad en la arquitectura? Una esencial: los arquitectos han perdido autoridad porque han perdido conocimiento y sociabilidad. No se trata de destruir ni de conservar, se trata de replantear, de equilibrar avanzando.
¿Qué les queda a los arquitectos? Ni dinero ni prestigio. En 1951, ser arquitecto era un acto de afirmación social. Teníamos éxito porque te ganabas la vida y tenías conocimiento y distinción en el campo de la cultura. Pero eso se acabó.
¿Qué puede hacer la gente para mejorar las ciudades?
"Portestar"
Un paseo por su álbum de fotos revela muchos cambios: de la corbata al pelo largo en menos de una década. ¿Qué le hizo cambiar? Los amigos. Hubo una época, cuando terminé la carrera, en la que tenía amigos mayores que yo: Coderch, Ribas Piera, Moragas, Gili… Cuando estos fueron desapareciendo me hice amigos más jóvenes que yo: Tusquets, Clotet… De manera que he sido siempre parte de un grupo distinto a mí. Eso me ha dado una proximidad al señor de corbata y sombrero en mi juventud y al pelo largo en mi madurez.
Entre su grupo de amigos estaba la ‘gauche divine’ de Bocaccio. Es dramático porque lo recuerdo como una época divertida y eficaz, pero fue un tiempo muy difícil, los últimos años de Franco. Supongo que había un ambiente parecido en Madrid. Nos habíamos comprado el primer seiscientos. No éramos ricos, pero teníamos comodidades. Se había abierto la libertad sexual. No había aparecido todavía el sida… Fue un momento precioso. Las noches de Bocaccio las recuerdo con afecto y admiración. De allí salieron los manifiestos a favor de los obreros multados, el encierro de Montserrat. De allí salió un grupo de magníficos editores, poetas y arquitectos. La Escuela de Barcelona literaria, arquitectónica, los nuevos médicos. Todo eso era gente que se divertía, que había adoptado la libertad como forma de vida, pero al mismo tiempo con una conciencia política muy importante.
Casi todos pasaron por la cárcel. Usted mismo, tres o cuatro veces. Sí. Me expulsaron dos veces de la escuela. Luego, con la muerte de Franco, me rehabilitaron.
¿Tenían menos miedo? Usted tenía cinco hijos que mantener… Pienso que la vida era más fácil. Creo que el euro nos ha inmovilizado. Nosotros protestábamos y sí, te enviaban al calabozo. Una vez me enviaron con Maria Aurèlia Capmany, y mi mujer nos trajo una tortilla de patatas que había comprado en un bar. Era tan mala que desde mi celda oía cómo Maria Aurèlia se reía y me gritaba que la tortilla nos la había enviado el jefe de policía.
No perdían el humor. Era todo tan ridículo… Salvador Espriu, que era muy maniático, se ponía al lado del agente con máquina de escribir y se dedicaba a corregir las faltas de ortografía de los informes que tecleaban para encarcelarnos. Les corregía incluso la puntuación.
¿Bocaccio fue más un grupo de amigos que un movimiento cultural? Sí. Pero todos éramos trabajadores del mundo cultural.
¿Cuál fue la persona más brillante de ese círculo? Los más brillantes eran los escritores. Y seguramente el que más Carlos Barral. Ferrater era muy inteligente. Pero brillante, incluso socialmente, fue Barral.
¿Usted es nacionalista o independentista? No soy nacionalista, ideología política típicamente reaccionaria. No soy separatista porque debemos unir y sumar en economía, cultura y política, en vez de desunir. Y si no, ojo con lo que puede pasar con Europa. Pero creo que las uniones (como las parejas) solo funcionan con una libertad pactada y consentida y un grado profundo de independencia. Aplicado a una nación o a un grupo social histórica y socialmente identificado, eso se traduce en la autodeterminación, que se puede considerar como una referencia independentista. En ese sentido me siento independentista, pero no nacionalista ni separatista. Como ocurre con las parejas: si no hay libertad e independencia, acaban en esclavitud o divorcio.
¿Quién manda hoy en las ciudades? En todas partes manda el mismo: el capital. Y ese es el gran drama: mientras manden lobbies para los que las crisis son incluso beneficiosas, será difícil salir de esta. Pero como soy muy partidario de la acción política, pienso que a pesar de lo mal que está todo, la política tiene un peso importante. Un ayuntamiento socialista y otro conservador hacen funcionar las ciudades de maneras muy distintas. No seamos tan pesimistas de pensar que la política no sirve para nada. La política sirve si logra convencer al ciudadano de que sirve. El ciudadano no debe desanimarse, sino animarse a intervenir.
Desde su capacidad crítica, ¿cómo juzga su propia obra como arquitecto? Todo lo que hemos hecho responde a lo que todavía hoy pensamos que era normal pensar que había que hacer. El momento del realismo, de la arquitectura pobre, repensar la ciudad y reorganizar los límites del espacio público… Hay algunas obras que eran muestra de cierta honestidad. Pero no soy un entusiasta de nuestras obras.
¿Lo haría todo igual? Seguramente todo distinto.
¿Pero viviría en los pisos que ha hecho? He vivido en muchos de ellos. Siempre he defendido que la arquitectura es una cosa modesta para que la gente viva bien, pero lo he dicho con la boca pequeña. Creo que la buena arquitectura no es exactamente que la gente viva bien, sino trabajar en la investigación que abra caminos para que en algún momento la gente pueda vivir bien.
¿Cree que los arquitectos no han sabido ser sociales? Visto universalmente, las grandes propuestas de investigación se deben a los arquitectos de los años veinte. Pero quedaron como algo elitista. Seguramente, decidir cuál debía ser el tamaño mínimo de una cocina ha sido un poco inútil. Hay problemas más importantes, como los económicos. Hoy parece que sí existe un tipo de arquitecto que está en eso. Lo veo en la generación de mi hijo. Y eso podría dar carácter a la nueva arquitectura.
¿Qué es para usted la gran arquitectura? Intervenir en el futuro de una nación. Soy muy partidario de Le Corbusier porque de la arquitectura hacía instrumento político. Pero es un momento perdido porque hoy hay poquísimos arquitectos, incluidos los mejores, que estén trabajando para mejorar la vida de la gente. Los que hablan más y son más escandalosos no se interesan por este tema.
¿Qué puede hacer la gente para que las ciudades sean mejores? Protestar.
¿Y los políticos? Enterarse de qué quiere decir hacer política y hacerla. Hoy los políticos son poco políticos en todo el mundo, pero especialmente en España.
¿Los arquitectos? Estudiar más y practicar más. Los arquitectos de posguerra podían hacer cosas que no nos gustaran, pero tenían tanto oficio que con una mirada sabían si algo estaba bien o fallaba.
Con 86 años y activo. ¿Cree que ha dejado ya un legado? No puedo pensar tan pretenciosamente, pero está claro que no me queda mucho tiempo para dejar más.
Tiene obras en marcha… Y mientras aguante seguiré trabajando. No se trata de dejar legado. Se trata de hacer el trabajo con cierta honestidad. Mirando hacia atrás, tuvimos épocas de viviendas, de escuelas y de fábricas. Y la que más me gusta es la de las escuelas. Cambiaron las escuelas y la sociedad.
Es difícil imaginarle a usted sin planes. Hubo una época en la que no tenía cinco minutos libres. Ahora de vez en cuando me encanta no hacer nada.
Sonríe más. Puede ser que vaya más descansado. Ahora que no tengo cargos, soy capaz de estar un cuarto de hora sin hacer nada. Y eso permite pensar, aunque… tampoco pienso tanto.
Camisas rojas, calcetines a rayas. Nunca ha sido un arquitecto vestido de negro. Siempre me han molestado los arquitectos que un día se pusieron todos de negro. Antes, en los años cincuenta, iban todos de gris, y antes, con pajarita. De repente, un día se pusieron de negro. Yo no he querido perder el color.

14 mar 2012

El Camp d'Esports

Adjunto una sèrie de fotografies que mostren diferents moments en l'història del Camp d'Esports. Estan agafades d'aquesta web.  L'autor no aporta gaire informació sobre el camp propiament ni sobre el procés de construcció o els terrenys on es va fer, però les imatges tenen gràcia.

Els inicis. L'entorn ho diu tot.

1963. S'instal·la enllumenat artificial
  1990. Poc abans de pujar a primera, era l'època de la petita tribuna i les grades sense seients.

Amb l'ascens a primera a la 1993-94, es va reformar l'estadi, amb una nova tribuna i importants ampliacions a gol nord i general.


Aquest és més o menys l'aspecte actual

12 mar 2012

Internet abans d'internet

A Xile l'any 1970 el govern de Salvador Allende va desenvolupar una mena d'internet per transferir informació entre la majoria d'empreses acabades de nacionalitzar al pais i l'estat. Amb el cop d'estat del '73 se'n va anar tot a la merda, inclós, evidentment, aquest projecte.
Al capdavant de la iniciativa hi havia en britànic anomenat Stafforf Beer i el projecte es deia CIBERSYN. En aquesta web ho expliquen amb tota mena de detalls.

8 mar 2012

Sobre el peripatetismo

Una vez más, robo fragmentos del blog Manuel Delgado, esta vez para explicar en que consiste esto del peripatetismo.

Caminar, dice Augoyard, viene a ser como hablar, emitir un relato, hacer proposiciones en forma de deportaciones o éxodos, de caminos y desplazamientos. Caminar, nos dice, es también pensar, hasta el punto de que todo andariego es en cierta manera una especie de filósofo, abstraído en su pensamiento. Todo caminante es un cavilador, rumia, barrina, se desplaza desde y en su interior. Andar es, por último, también transcurrir, cambiar de sitio con la sospecha de que, en realidad, no se tiene. Caminar realiza la literalidad del discurrir, al mismo tiempo pensar, hablar, pasar. En eso consisten las mentadas“retóricas caminatorias”. (...) Lo que hacían los filósofos peripatéticos clásicos, a los que alude tan elogiosamente Foucault en un momento de Tecnologías del yo (Paidós). Es lo que Epíceto denomina ejercicios éticos, consistentes en pasear y comprobar las reacciones que se van produciendo durante el paseo. Pienso ahora en el Rousseau de las Ensoñaciones de un paseante solitario, que convierte su itinerario en su gabinete de trabajo, su mesa de despacho, su taller o laboratorio, el artefacto que le permite trabajar. Aunque no sé por qué tengo que remitirme a referentes tan exquisitos. Los que amamos el cine sabemos que de ese material es del que están hechas todas las roadmovies, empezando por El Quijote. (...).


Y hablando de filosofía, un texto fundamental de un autor fundamental para el pensamiento contemporáneo: Caminar, de Henry David Thoreau, aquel gran filósofo trascendentalista, además de agrimensor y fabricante de lápices –no es broma– que escribiera Walden y La desobediencia civil. Este quete digo es un librito que sacó no hace mucho Ardora. Es muy bueno. Una delicia.Y otra referencia importante –lo siento; no lo puedo evitar: El paseo, otra maravilla, eneste caso de Robert Walser (Siruela) (...)

Lo siento, pero no puedo disimular la fascinación que me merece ese tema. Piensa en lo que dan de sí prácticas como el merodeo como una verdadera fuente de reflexión. ¿Sabes? Me fascina la mala reputación que tiene el vagar. No sé si has caído en la cuenta, pero no es casual que vagar signifique, según el Diccionario de la Real Academia, “estar ocioso; andar por varias partes sin determinación a sitio o lugar, sin especial detención en ninguno; andar por un sitio sin hallar camino o lo que se busca; andar libre y suelta una cosa, o sin el orden y disposición que regularmente debe tener”. En el mismo infinitivo se sintetizan los valores negativos de la improductividad, la desorientación y la ambivalencia.

En el lado contrario, el del elogio del nomadeo como nutriente para la inteligencia y la imaginación, fueron los primeros sociólogos y antropólogos de la ciudad –mis siempre admirados chicaguianos, a quienes siempre cabe regresar, a pesar de todos sus errores–, que advirtieron de las virtudes del judío y del hobo –el trabajador ocasional que recorría los Estados Unidos en busca de empleo– como representantes de la agilidad mental humana, puesto que habían obtenido su habilidad para el pensamiento abstracto de las virtudes estimulantes de la errancia constante. Como escribiera Robert EzraPark en 1923: “La conciencia no es sino un incidente de la locomoción”. Eso aparece en una cosa titulada “Elespíritu del hobo: reflexiones sobre la relación entre mentalidad y movilidad”, que era el prólogo para la primera edición de The Hobo, el clásico de Nels Anderson, y que tienes en una compilación quepublicó Horacio Capel con textos de Park y que tituló La ciudad y otros ensayos de ecología urbana (Serbal).

El paseante (...) hace algo más que ir de un sitio a otro. Haciéndolo poetiza el espacio que al mismo tiempo recorre y produce, en el sentido que lo somete a prácticas móviles que, por insignificantes que pudieran parecer, hacen de un territorio cualquiera el marco para una especie de elocuencia geométrica, una verbosidad hecha con los elementos que se va encontrando a lo largo de la marcha, a sus lados, paralelamente o perpendicularmente a ella. El caminante convierte los lugares por los que transita en una geografía imaginaria hecha de inclusiones o exclusiones, de llenos y vacíos, heterogeniza los espacios que corta, los coloniza provisionalmente a partir de un criterio secreto o implícito que los clasifica como aptos y no aptos, en apropiados, inapropiados e inapropiables. En el fondo tu informante no deja deser una variante del famoso  flânneur, a quien sabes que Baudelaire y luego Walter Benjamin consagraron páginas imprescindibles. Como sus herederas, la visita-excursión dadá o la deambulación surrealista –variables espaciales de la escritura automática–, que advierten de cómo las vanguardias artísticas encontraron en el merodeo una fuente de pruebas de las molestias que –como escribiera André Breton– se toma el azar en demostrarnos que no existe. Luego, desde finales de los cincuenta, los letristas, Cobra y, por último, los situacionistas practicaron la deriva psicogeográfica, que no era sino una modalidad de lo mismo. Artistas de los sesenta como Richard Long, Tomy Smith o Robert Smithson llegaron a esa misma convicción de que caminar era “pensar con los pies”, por usar una expresión de este último, y que era posible convertir la actividad andariega en base para la especulación formal. En su último periodo, a mediados de los setenta, el grupo Fluxus propuso acciones parecidas: las freefluxus-tours.

Mención especial merece la manera como esa misma inquietud por la capacidad del paseo de suscitar emergencias está siendo recogida, desde 1995, por las transurbancias del grupo Stalker, cuyos teóricos mayores son Francesco Careri y Lorenzo Romito. El libro que te decía y del queno recordaba el título es Walkspaces. El andar como práctica estética (GustavoGili). (...)

La gente esta de Stalker plantea la exploración de los itinerarios, preferentemente por espacios ambiguos y desterritorializados (...) lo que hacen es buscar formas  de localización de territori attuali, territorios actuales, interpretando lo actual en el sentido que propone Foucault, no de aquello que somos, sino sobre todo de aquello en lo que nos convertimos, lo que estamos a punto de ser, es decir lo otro, nuestro devenir otro. (...) La actividad de Stalker consiste, en transitar entre lo que es seguro y cotidiano y lo que es incierto, por descubrir, generando  –te copio una cosa de su página web– “una sensación de desazón, un estado de aprehensión que conduce a una intensificación de las capacidades perceptivas; de este modo, el espacio asume un sentido; por doquier, la posibilidad de un descubrimiento, el miedo a un encuentro no deseado”  (digilander.libero.it/stalkerlab/tarkowsky/tarko.html).
(...)

2 mar 2012

La ciudad mentirosa

Així es deia un llibre que Manuel Delgado va publicar el 2007. El títol estava agafat del d'aquest article que ell mateix havia publicat l'any 1992 a El Periódico.
L'anàlisi que fa en Delgado de l'urbanisme dels 80 i els 90 en aquest escrit és certament poc fi i mereixeria alguna que altra rèplica. No obstant, sembla mentira que en plena efervescència olímpica algú tingués els nassos (per l'atreviment d'escriure tant contracorrent però sobretot per saber ensumar i trobar el camí) d'escriure una denúncia com aquesta. Està manllevat del seu blog.
 
LA CIUDAD MENTIROSA
Manuel Delgado

Sobreviviremos. La depresión post-parto será terrible, eso sí, pero cuando todo esto acabe y la barca del amor, como siempre y como decía el poeta vuelva a estrellarse contra la vida cotidiana, entonces digo, deberemos pensar qué ciudad hemos visto cambiar a nuestro alrededor.

Premios, menciones, valor como modelo a seguir… todo eso está mereciendo ese laboratorio en que se ha convertido Barcelona. No hay para menos. La ciudad ha sido puesta en manos, como un precioso juguete, de arquitectos-príncipes que se han encargado de hacer de nuestras calles y plazas piezas de especulación formal pensadas más para ser vistas que para ser habitadas. Se ha conseguido, eso sí, que Barcelona sea la capital más interesante, admirada y fotografiable del mundo. Qué pena que sea cada día más duro vivir en ella. Barcelona: escenario perfecto del triunfo de lo bello sobre lo humano.

Barcelona ha reunido de golpe todas las supuestas cualidades de lo posmoderno. Ya saben, eso a lo que algunos llaman también era del vacío, edad neobarroca, imperio de lo efímero, era de lo falso… Barcelona, toda ella, es hoy el resultado de una colosal operación cosmética. No es que sea una ciudad maquillada: es que es sólo el maquillaje de una ciudad. Es una urbe-espejo, sólo superficie alucinada, patria de miradas más que de vidas. Y todos nosotros, barceloneses, nos hemos convertido en entusiastas extras de un espectáculo total en que el ciudadano es a la vez figurante y público embobado ante la puesta en escena de sí mismo.

En su apoteosis narcisista, la nueva Barcelona se ha convertido en una suerte de decorado de superproducción a lo Cecil B. de Mille. La grandilocuencia que preside la reconstrucción de la ciudad inquieta porque advierte de la megalomanía de sus artífices, y en cierto que nunca los arquitectos y los diseñadores urbanos habían tenido tanto poder como en la Barcelona de los 80 y 90, Bohigas ha entregado la ciudad a sus amigos –Piñón, Calatrava, Peña, Viaplana, Moneo, Domènech, Clotet, Tusquets…- y hasta a sus enemigos –Bofill-, para que jueguen a su gusto con el Gran Mecano que para ellos es Barcelona. Se ha obsequiaqdo además con buenos pedazos de esa arcilla de que se hacen las ciudades a los dioses de la moda en arquitectura: los Pei, Foster, Isozaki, Gehry, Meier, Gae Aulenti… Todos han sido llamados a participar del festín.

Y ahí están los resultados. Barcelona ya es su ciudad, mucho más que la nuestra. ¿Y qué quedará, después, de la Barcelona a la que muchos tanto creímos y quisimos parecernos? ¿Qué será de aquella Barcelona de Marsé, Rodoreda, Montserrat Roig, Vázquez Montalbán, Eduardo Mendoza…? Volverá alguien a escribir pensando en su piel y en sus entrañas. L’espoir, de Malraux, Le bleu dans le ciel o Et sur la terre  de Bataille, Pour l’honneur, de Joseph Kessel o Journal de voleur, de Genet. Si fuera posible un día,m ¿vendría George Orwell a luchar por su libertad ? ¿Repetiría Picabia, ante la Barcinodisney que nos han montado, aquello de “Il n’est pas donné à tout le monte d’aller à Barcelone”? ¿Volvería Picasso a pisar nuestras calles alguna vez?

Bella, pero fría como sus nuevas plazas, la exhibicionista Barcelona olímpica conquistará tal vez, ¿quién sabe?, otros corazones. Por nuestra parte, nosotros, sus moradores, cuando nos cansemos de ponerla guapa, caeremos en la cuenta de que los bancos de los paseos han sido pensados para cualquier cosa menos para que alguien se siente en ellos y que las hermosas columnas que crecen por doquier en realidad no sostienen nada. Se pudrirán las palmeras y empezarán a caerse a pedazos los restos del cartón piedra que sirvió de decorado para el gran show del verano del 92.

Volverán de su destierro las putas, los travestis, los pobres, los independentistas y todos los otros presuntos impresentables. Saldrá -¿cómo evitarlo?- la mierda de debajo de la alfombra, y todo será más o menos como era. Aunque quizá de los talleres de Bohigas salga también una miseria urbana de diseño, que, aunque tan miserable como la de antes, hará juego con las papeleras o las farolas y resultará mucho más digna, y hasta es posible que alguien le conceda un premio a los nuevos marginados con look. ¿Por qué no ha de ser bella también la injusticia?

Cuando todo esto pase vendrán, para qué engañarse, todos los desencantos. Nos revelarán que los templos levantados estaban vacios. Saldremos entonces de nuestro atontamiento y veremos que la Ciudad de las Maravillas de la que nos creímos vecinos no era más que un espejismo y que alguien nos había metido de comparsas en un colosal video-clip, en un grandioso spot publicitario.

Hubo un tiempo en que Barcelona enamoraba por lo que de ella no se podía ver, por aquello tan particular que escondía y que brindaba sólo a quienes sabían dar con ello sin buscarlo. Hoy Barcelona deslumbra sólo por lo que de ella se ve, su fachada, la imagen de una aparición. Fascina porque también oculta un gran secreto, aunque sea en este caso el de que en realidad ni existe ni nunca ha existido. Seduce porque sabe mentir.